Esa vieja sensación ya conocida, de volver a viejos lugares y traer a la memoria una tormenta angustiante de recuerdos melancólicos felices... muy felices.
Ese retornar por mi linea temporal a puntos destellantes por el brillo de alguna emoción fuerte; emociones fuertes no siempre del todo alegres, y que aun así logran sacar una mueca similar a una sonrisa disimulada.
Ese momento en el reloj se nos presenta insoportablemente odioso por su implacable deseo de seguir corriendo.
Esos mil pajaritos disonantes que cantan melodías de antaño.
Esas viejas canciones que suenan una y otra vez, juntas o en magníficos solos; pero jamas sin sentido... no, jamas no.
Esos colores que deseamos compartir y que ahora se despintan solitarios en el mismo lugar donde no fueron vistos, con la esperanza de que algunos ojos les devuelvan el brillo.
Esas lapiceras que murieron dando hasta su ultima gota de tinta para que un verso no quede inconcluso.
Esas hojas que albergan memorias, confesiones, notas y amores... o dolores.
Esas calles que fueron testigos del paso del tiempo, y que ahora se asombran de ver cuanto cambiamos y crecimos.
Esos cabellos que tocamos y con los q jugueteamos distraídos mientras algo llegaba a nuestro recuerdo; o mientras nos perdíamos alegres en bellas charlas.
Esas melodías de nuevo, que escuchamos por primera vez y deseamos desesperadamente poder compartirnoslas en ese momento.
Ese momento en el que solitarios tenemos una ocurrencia y sonreímos brevemente hasta darnos cuenta que tal vez nadie mas la conozca.
Ese día que dimos las gracias, o nos arrepentimos, o ambas.
Ese vaso pequeño burbujeante que solo se apaga a la luz de un café en el q comenzó todo.
Ese retornar por mi linea temporal a puntos destellantes por el brillo de alguna emoción fuerte; emociones fuertes no siempre del todo alegres, y que aun así logran sacar una mueca similar a una sonrisa disimulada.
Ese momento en el reloj se nos presenta insoportablemente odioso por su implacable deseo de seguir corriendo.
Esos mil pajaritos disonantes que cantan melodías de antaño.
Esas viejas canciones que suenan una y otra vez, juntas o en magníficos solos; pero jamas sin sentido... no, jamas no.
Esos colores que deseamos compartir y que ahora se despintan solitarios en el mismo lugar donde no fueron vistos, con la esperanza de que algunos ojos les devuelvan el brillo.
Esas lapiceras que murieron dando hasta su ultima gota de tinta para que un verso no quede inconcluso.
Esas hojas que albergan memorias, confesiones, notas y amores... o dolores.
Esas calles que fueron testigos del paso del tiempo, y que ahora se asombran de ver cuanto cambiamos y crecimos.
Esos cabellos que tocamos y con los q jugueteamos distraídos mientras algo llegaba a nuestro recuerdo; o mientras nos perdíamos alegres en bellas charlas.
Esas melodías de nuevo, que escuchamos por primera vez y deseamos desesperadamente poder compartirnoslas en ese momento.
Ese momento en el que solitarios tenemos una ocurrencia y sonreímos brevemente hasta darnos cuenta que tal vez nadie mas la conozca.
Ese día que dimos las gracias, o nos arrepentimos, o ambas.
Ese vaso pequeño burbujeante que solo se apaga a la luz de un café en el q comenzó todo.
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